Este artículo fue preparado por Jason Fairbourne, de Fairbourne Consulting, que está actualmente apoyando la implementación del proyecto FOMIN de Microfranquicias en Jamaica. En este artículo, Jason comparte su experiencia de terreno.
Los que formamos parte del equipo de Fairbourne Consultingvolvimos hace poco de nuestro tercer viaje al hermoso país del Caribe, Jamaica, realizado en la primera semana de febrero. Fuimos contratados para analizar el mercado de la ciudad de Kingston para crear microfranquicias sostenibles para 100 jóvenes en situación de riesgo, quienes viven en las comunidades pobres de la ciudad.
En las semanas previas a nuestra visita habíamos detectado signos de pérdida de “momentum” por parte de los potenciales socios del sector privado. Nos dimos cuenta que habíamos alcanzado un punto del proyecto en que se había iniciado un compromiso real, pero estábamos dedicando poco tiempo con cada uno de ellos. Para una empresa, una cosa es entusiasmarse con la idea de aumentar ganancias a través de la expansión del mercado utilizando la vasta y poco valorada fuerza de trabajo en la base de la pirámide; después de todo, “mayores ganancias” suena muy bien y ayudar a jóvenes en riesgo puede convertirse en una buena historia. No obstante, el panorama cambia cuando llega la hora en que estos potenciales microfranquiciadores deben comprometer tiempo y recursos para desarrollar un programa que requiere toma de riesgos para comprar activos (carritos, bicicletas, etc), posiblemente contratar a personal adicional, y sobre todo, dar un paso hacia lo desconocido.