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Empowering Rural Women in Agriculture



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Project Results: Interfisa Financiera in Paraguay percentage of women rural clients

Versión en español 

Empowering rural women as farmers, entrepreneurs, and leaders throughout the agricultural value chain is a topic with exceptional importance for agricultural productivity, fighting poverty, and food security.

Earlier this month, we at the Multilateral Investment Fund (MIF) of the Inter-American Development Bank (IDB) Group hosted a workshop in Washington to discuss how that issue plays out in Latin American and the Caribbean. The purpose was to take a deep dive into the lessons learned from MIF projects that seek to equip and raise the incomes of these rural women.

Latin America and the Caribbean has 28 percent of the world’s arable land, and more land that is potentially suitable for rainfed cultivation than any other region of the world. The challenge is to translate this rich resource endowment into higher incomes for the region’s 14 million small-scale farmers. With more than 40 percent of the population depending on agriculture for their livelihood,  access to higher-value markets—both local and global—could be a major force in reducing poverty.

Gender gaps in agriculture and women’s underutilized potential

Across the globe, women play a significant role as agricultural producers, unpaid family workers, or as salaried employees on larger farms. However, women in agriculture have less access than men to land, finance, extension services and technology, and labor opportunities in high-value markets.

This imposes major costs on the agriculture sector, the broader economy, and society, as well as on women themselves and their families.

In many countries in Latin America, 70 percent to 90 percent of formal owners of farmland are men. World Bank research suggests that if women had the same access to productive resources as men, they could increase yields on their farms by as much as 30 percent. This could raise total agricultural output in developing countries by up to 4 percent, which could in turn reduce the number of hungry people in the world by as much as 17 percent.

Women in agribusiness are mainly hired for relatively unskilled manual tasks, while men’s jobs often involve operating machinery. In Colombia’s flower-cutting industry, for example, between 60 percent and 80 percent of the unskilled workers are women, and women have a much lower share of managerial or professional jobs.

Two new studies

Participating in the workshop were key MIF partners: nonprofits Technoserve, Root Capital, and Women’s World Banking, plus Organic Products Trading Company and MEDA. The workshop saw the launch of two studies: Improving Rural Livelihoods: A Study of Four Guatemalan Coffee Cooperatives, by Root Capital (see related  blog here), and Making Women’s Work Visible: Finance for Rural Women, by Women’s World Banking.  

The Root Capital study found that when women join coffee production cooperatives, they and their households benefit. Despite having equal access to the cooperatives and reporting significant improvements in quality of life since joining them, households represented in the cooperatives by women benefited less in absolute terms than households represented by men. This is mainly because households with female cooperative members have smaller plots and less family labor to dedicate to farming. Furthermore, as a result of explicit discrimination and traditional norms, women make up a minority of cooperative members and participate significantly less than men in governance, leadership, and decision making.

Women’s World Banking has been at the forefront of expanding low-income women’s access to finance. Its study described how its partner financial institutions reached 68,000 new rural clients in Paraguay, Colombia, and Peru—46 percent of them women. Women’s World Banking achieved this by helping the financial institutions take a number of smart steps:

  • Tailoring their products to crop cycles;
  • Offering women a suite of financial products—such savings accounts and pensions, in addition to loans—and creating a specific marketing strategy aimed at women;
  • Providing their women customers technical assistance on increasing crop yields and sales; and
  • Ensuring that the institutions’ senior managers bought in to the new strategy, and that they reinforced it by offering incentives to their loan officers to serve women customers.

In the case of Interfisa Financiera in Paraguay, Women’s World Banking’s efforts almost tripled the share of women in the institution’s rural portfolio in one year, to 35 percent from 12 percent.

This work will remain a MIF priority. The stakes are high and the clients are a core MIF focus:  the poor and vulnerable—their farms, firms, and households. We are committed to continuing to partner with Women’s World Banking, Root Capital, and others to help give rural women a chance to reach their full potential as value creators.

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Empoderamiento de las mujeres de zonas rurales en la agricultura

Empoderar a las mujeres de zonas rurales como agricultoras, empresarias y líderes mediante la cadena de valor agrícola es un tema de gran importancia para la productividad agrícola, la lucha contra la pobreza y la seguridad alimentaria.

A principios de noviembre, en el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), miembro del Grupo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), llevamos a cabo un taller en Washington para determinar cuál es el papel de este asunto en América Latina y el Caribe. El propósito era profundizar en las lecciones aprendidas de los proyectos del FOMIN que buscan proveer y aumentar los ingresos de estas mujeres de zonas rurales.

América Latina y el Caribe cuentan con el 28 por ciento de la tierra cultivable que existe alrededor del mundo, así como terrenos que son potencialmente más adecuados para el cultivo de secano que cualquier otra región del planeta. El desafío es traducir esta vasta dotación de recursos en ingresos más elevados para los 14 millones de agricultores a pequeña escala de la región. Debido a que más del 40 por ciento de la población depende de la agricultura para su sustento, tener acceso a mercados de valor superiores ―tanto locales como mundiales— podría ser la principal fuerza para reducir la pobreza.

Diferencias de género en la agricultura y el potencial infrautilizado de la mujer

Alrededor del mundo, las mujeres tienen un papel importante como productoras agrícolas, trabajadoras domésticas no remuneradas o como empleadas asalariadas en grandes empresas agrícolas. Sin embargo, las mujeres agricultoras tienen menos acceso que los hombres a la tierra, las finanzas, los servicios de extensión y tecnología, así como a las oportunidades de trabajo en los mercados de alto valor.

Esto impone mayores costos para el sector agrícola, la economía en general y la sociedad, así como para las mujeres mismas y sus familias.

En muchos países de América Latina, del 70 a 90 por ciento de los propietarios formales de tierras de cultivo son hombres. Investigación del Banco Mundial sugiere que si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos productivos que tienen los hombres, podrían incrementar la producción de sus tierras hasta en un 30 por ciento. Esto podría aumentar la producción agrícola total en los países en vías de desarrollo hasta en un cuatro por ciento, lo cual, a su vez, reduciría el número de personas que padecen hambre en el mundo hasta en un 17 por ciento.

En el sector empresarial agrícola, a las mujeres se les contrata principalmente para tareas manuales que requieren pocas habilidades, mientras que los trabajos de los hombres a menudo conllevan operar maquinaria. En la industria de la cosecha de flores de Colombia, por ejemplo, entre 60 y 80 por ciento de los trabajadores no calificados son mujeres, y la participación de las mujeres en puestos directivos o profesionales es mucho menor.

Dos estudios nuevos

Socios clave del FOMIN participaron en el taller: organizaciones sin fines de lucro como Technoserve, Root Capital y Banca Mundial de la Mujer (Women’s World Banking), además de Organic Products Trading Company y MEDA. Durante el taller, se presentaron dos estudios: "Improving Rural Livelihoods: A Study of Four Guatemalan Coffee Cooperatives" (mejora de los medios de vida rural: un estudio de cuatro cooperativas cafetaleras de Guatemala), elaborado por Root Capital (ver el blog relacionado aquí) y Making Women’s Work Visible: Finance for Rural Women (hacer el trabajo de la mujer más visible: financiamiento para las mujeres de zonas rurales), elaborado por la Banca Mundial de la Mujer. 

El estudio de Root Capital encontró que cuando las mujeres se unen a las cooperativas de producción cafetalera, ellas y sus hogares se benefician. A pesar de tener acceso equitativo a las cooperativas y de reportar mejoras significativas en la calidad de vida desde que se unieron, los hogares que las mujeres representaban en las cooperativas obtenían menos beneficios en términos absolutos que los que los hombres representaban. Esto se debe en gran parte a que los hogares con miembros femeninos de la cooperativa tienen parcelas más pequeñas y menos mano de obra familiar para dedicarse a la agricultura. Además, como resultado de la discriminación explícita y las normas tradicionales, las mujeres conforman una minoría entre los miembros de las cooperativas y participan mucho menos que los hombres en la gobernanza, el liderazgo y la toma de decisiones.

La Banca Mundial de la Mujer ha liderado la expansión del acceso que las mujeres de bajos ingresos tienen a las finanzas. Su estudio describió cómo sus instituciones financieras asociadas llegaron a 68.000 nuevos clientes en zonas rurales de Paraguay, Colombia y Perú; 46 por ciento de ellos eran mujeres. La Banca Mundial de la Mujer logró esto ayudando a las instituciones financieras para que tomaran varias medidas inteligentes:

  • Adaptar sus productos a los ciclos de las cosechas;
  • Ofrecer a las mujeres una serie de productos financieros ―como cuentas de ahorro y pensiones, además de préstamos― y crear estrategias de mercado específicas con enfoque en la mujer;
  • Proporcionar a sus clientas asistencia técnica sobre cómo incrementar la producción y venta de cosechas; y
  • Garantizar que los gerentes senior de las instituciones adquirieran la nueva estrategia y la reforzaran ofreciendo incentivos a sus agentes de crédito para brindar servicio a clientas.

En el caso de Interfisa Financiera en Paraguay, los esfuerzos del Banco Mundial de la Mujer casi triplicaron la participación de las mujeres en la cartera rural de la institución en un lapso de un año: de 12 a 35 por ciento.

Esta labor seguirá siendo una prioridad para el FOMIN. Los riesgos son altos y los clientes son el principal enfoque del FOMIN:  las tierras, las empresas y los hogares de los pobres y vulnerables. Nos comprometemos a seguir trabajando con la Banca Mundial de la Mujer, Root Capital, así como otras instituciones que brinden oportunidades para que las mujeres de zonas rurales alcancen su máximo potencial como creadoras de valor. 

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