Seis hindúes sabios, inclinados al estudio, quisieron saber qué era un elefante. Como eran ciegos, decidieron hacerlo mediante el tacto. El primero en llegar junto al elefante, chocó contra su ancho y duro lomo y dijo: «Ya veo, es como una pared». El segundo, palpando el colmillo, gritó: «Esto es tan agudo, redondo y liso que el elefante es como una lanza». El tercero tocó la trompa retorcida y gritó: «¡Dios me libre! El elefante es como una serpiente». El cuarto extendió su mano hasta la rodilla, palpó en torno y dijo: «Está claro, el elefante es como un árbol». El quinto, que casualmente tocó una oreja, exclamó: «Aún el más ciego de los hombres se daría cuenta de que el elefante es como un abanico». El sexto, quien tocó la oscilante cola, acotó: «El elefante es muy parecido a una soga». Y así, los sabios discutieron largo y tendido, cada uno excesivamente terco y violento en su propia opinión y, aunque parcialmente en lo cierto, estaban todos equivocados. Parábola atribuida a Rumi, sufí persa del s. XIII.
Aunque aplicable a muchas situaciones cotidianas, un ejemplo de lo anterior, que se da en el área de empleo juvenil, serían las diferentes interpretaciones sobre la misma situación que tienen los empleadores, los proveedores de educación y los jóvenes. Por ejemplo, según el centro de investigaciones para gobiernos de McKinsey (MCG), el 40% de los jóvenes y los empleadores creen que los nuevos graduados están preparados adecuadamente para puestos de primer empleo mientras que el 72% de los proveedores de educación son mucho más optimistas y creen que los nuevos graduados están preparados.
Un cambio de perspectiva para resolver problemas sociales complejos
La creciente complejidad y envergadura de los problemas sociales —como el desempleo juvenil— demanda las fortalezas y la visión de distintos actores: no pueden ser resueltos por un único actor y cada vez más existe una escasez progresiva de recursos financieros junto a una necesidad de mejorar la eficiencia e impacto de la intervención social. Es necesaria cierta coordinación para enfrentar problemas complejos si queremos alcanzar un cambio estructural y social, un impacto colectivo como menciona la firma de investigación para el cambio social FSG. Un ejemplo de coordinación es una alianza público privada (APP).
¿Pero qué es una APP? Aunque no hay una definición extensamente aceptada, según la Guía de Referencia sobre APP desarrollada por el Banco Mundial (BM) y otros, una APP se puede definir como “un acuerdo contractual entre una entidad pública y otra privada para entregar un servicio para el uso del público general, compartiendo recursos, riesgos y beneficios potenciales”.
Hay mucho todavía que caminar para ahondar en el funcionamiento de las APP que buscan un cambio social. Además, los miembros que estén considerando participar en una APP deben reconocer que la definición del objetivo parte de lecturas distintas del problema, según las visiones e intereses de cada uno de los miembros. Poco a poco, se está pasando de una cultura de donaciones aisladas y del concepto Responsabilidad Social Corporativa (RSC), a lo que en el 2011 se llamó, según la Escuela de Negocios de Harvard, “Creando valor compartido”. En el 2016, la ONU ya habla de alianzas multisectoriales como modelo para alcanzar los objetivos de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030. Hay mucha teoría pero pocos casos de APP en contextos sociales.
Resultados y lecciones aprendidas de las primeras experiencias
El Instituto Synergos, una ONG global dedicada a reducir la pobreza y al avance de la justicia social, publicó en el 2012 algunas lecciones de sus primeras experiencias en la India, Namibia, Canadá y Etiopía enfocadas en temas de salud pública, agricultura y comunidades aborígenes. Un ejemplo de su trabajo es la Alianza para la Nutrición Infantil (India), una iniciativa de gran escala que reúne a los principales organismos gubernamentales, empresas locales e internacionales, ONG y grupos comunitarios para desarrollar intervenciones sistémicas con el objetivo de reducir la desnutrición infantil en el estado de Maharashtra. Uno de los aprendizajes de la labor de esta ONG apunta a que un cambio en las estructuras o sistemas, que implica ajustar la naturaleza organizacional de las instituciones o afinar la relación entre ellas, activa una nueva solución, libera recursos, genera innovación y mejora la capacidad de respuesta a los nuevos retos.
Otro ejemplo es la iniciativa NEO, que congregó en el 2012 a diferentes actores como el BID —a través de su Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) y de su División de Mercados Laborales (LMK)—, la International Youth Foundation (IYF) y socios como: Arcos Dorados, Caterpillar Foundation, CEMEX, Fondation Forge, Microsoft, SESI y Walmart, para reunir a más de 140 instituciones públicas, privadas y de la sociedad civil de 10 países de América Latina y el Caribe, con el fin de desarrollar e implementar soluciones articuladas que puedan mejorar las oportunidades de inserción laboral de un millón de jóvenes en contextos de vulnerabilidad. Una muestra es lo que la Alianza NEO México está haciendo alineando las necesidades del mercado de trabajo y la capacitación, y cuyos resultados preliminares, apuntan a una reducción del abandono escolar de hasta un 10% y un índice del 70% de inserción laboral en empleos formales relacionados con su carrera y bien remunerados, una vez graduados.
Todavía parece que estamos lejos de encontrar el elefante blanco, pero el reto se pone interesante.