Este post fue publicado en el blog de Pro-Savings. English version available here.
Los aspectos sicológicos no sólo son claves a la hora de diseñar un producto de ahorro, sino también juegan un rol fundamental en la educación financiera. Esto va en línea con lo que explica Xavier Martin, en la Nota 3 sobre las Claves del Éxito del Ahorro Programado.
Siempre he dicho que la educación financiera es un concepto muy amplio que puede significar todo un programa detallado sobre diferentes temáticas financieras, como puede también referirse a algunas charlas cortas que entregan las instituciones financieras a sus clientes. Por lo cual, es importante definir el objetivo que se busca cuando se decide desarrollar e implementar un programa o estrategia de educación financiera: ¿Se busca promover la inclusión financiera o se busca una mejor toma de decisiones financieras? Así lo propuso Maria José Roa, investigadora del Centro de Estudios Monetarios Latimoamericanos – CEMLA, durante su ponencia en el seminario sobre educación financiera realizado por Fasecolda (Federación de Aseguradores Colombianos) el pasado 12 de febrero.
Cualquiera de los dos objetivos es válido, pero debe haber claridad en cuál de los dos se quiere alcanzar para poder entregar información y herramientas acertadas y que respondan a lo que se está buscando.
Maria José comentaba en su ponencia, que existe el supuesto de que cuando se trata de decisiones financieras, los individuos tomamos toda la información disponible y la usamos de manera inteligente. Pero lo que nos muestra la economía del comportamiento es que hay un nivel de complejidad importante a la hora de tomar decisiones de ahorro e inversión, que nos lleva a tomar atajos “shortcuts” como los siguientes:
- Tratamos de buscar información que refuerza nuestras creencias, por lo tanto no utilizamos toda la información disponible sino que elegimos lo que nos hace sentir más cómodos – también conocido como disonancia cognitiva.
- Creemos que cuanto más conocimiento tenemos, tomamos mejores decisiones - generando un nivel de confianza que se torna en una ilusión del conocimiento, sin que realmente contemos con el conocimiento necesario para la decisión que se quiere tomar.
- Se presenta también un exceso de confianza que genera un rechazo de la información disponible.
- Tendemos a seguir lo que otros hacen - generando una conformidad de grupo.
- Tendemos a responder mejor ante información específica y resumida que a la información estadística.
- Tendemos a confiar más en la información gráfica y en lo que es más atractivo visualmente.
Podemos entonces concluir que los aspectos sicológicos son un elemento fundamental en la toma de decisiones financieras, por lo cual las instituciones financieras deben agregar este ingrediente tanto en el diseño de los productos financieros como en los contenidos, materiales y metodologías de educación financiera para lograr el impacto esperado.