
No escribiré la historia del principal productor de café dominicano, ni tampoco de algún gran intermediario que compra la producción de café a los productores locales. En esta ocasión me quiero referir a pequeñas asociaciones de base que han logrado obtener un espacio en los Estados Unidos y Canadá a través de la exportación del café terminado (molido). La historia nos muestra que la unión hace la fuerza, sobre todo que la suma de pequeños esfuerzos individuales, pero coordinados, pueden alcanzar grandes metas.
Esta es la historia de la asociación de caficultores ”La Esperanza”, localizados en la comunidad de los Cacaos, en la provincia de San Cristóbal, República Dominicana, quienes desde el año 1995 comercializan en el país un 70% de la producción de café verde (antes de ser tostado) y el 30% restante va dirigido a varios países de Europa como Holanda e Inglaterra y en Norteamérica a Canadá.